Día 223, miércolesHe decidido dejar el diario, cortarme el pelo y ésas cosas. Ya no me gusta tanto como antes. Se le ve muerto, sin vida. Ahora solo se me acumula en la espalda. Shila dice que tengo razón con respecto a lo de dejar el trabajo. Lo del pelo no se lo he contado todavía. Tengo miedo de cómo vaya a reaccionar. Hoy, por ejemplo, fui a su casa y me preguntó por mis lentes. No lo sé, le dije. Los debo haber dejado en mi cuarto, por suerte puedo ver perfectamente sin ellos. Pero entonces ella empezó con eso de: seguro los has dejado en casa de alguna chica, porque yo nunca te he visto sin tus lentes marrones puestos. Por eso tengo miedo de decirle que mañana me voy a cortar el pelo. No es que piense que ella va a imaginar que me lo he cortado en casa de alguna chica, sino que va a querer llevarme a algún sitio específico donde me harán un peinado con el que seguramente me veré muy idiota, o de lo contrario no iremos a ninguna peluquería y en lugar de eso terminaré con los brazos y los pies atados a cada extremo de la cama. Lo cual, pensándolo bien, no está nada mal. Si por ella fuera, yo solo usaría camisas a rayas y pantalones de cuero ajustados. Bueno, el caso es que quiero cortarme el pelo, porque ya me tiene harto, así como me tiene harto el trabajo. Ahora solo me voy a dedicar a estar metido en mi casa y ver a algunos amigos cada vez que pueda.